“La
ciudad se concibe tanto como un lugar para vivir, como un espacio imaginado. Y
las representaciones simbólicas o imaginarios urbanos permiten entender cómo el
ciudadano percibe y usa la ciudad y cómo elaboran de manera colectiva ciertas
maneras de entender la ciudad subjetiva, la ciudad imaginada, que termina
guiando con más fuerza los usos y los afectos que la ciudad “real”. Néstor García Canclini.
Se trata
de entender la ciudad, además de otras estrategias como la económica, la ciudadana o la turística, también como una estrategia cultural. Pero
asumiendo que “lo cultural” va más allá de lo que se diseña en las oficinas o
dependencias específicamente culturales, que es indispensable “culturizar” los
planes estratégicos y las visiones de futuro de la ciudad, y, además, conocer
su dinámica cultural real para interactuar con ella. Lo
cultural, en las ciudades contemporáneas, requieren entonces de una comprensión
articulada entre: las políticas culturales y el marketing
de la ciudad: la vocación económica. Las políticas culturales y
la equidad: la vocación democrática. Las políticas culturales y
los servicios y la oferta artística y del espectáculo: la vocación lúdica y del entretenimiento. Las políticas culturales y
las anomalías sociales, el racismo, la xenofobia, la violencia, la exclusión,
etc.: la vocación civilizatoria. Las políticas culturales, la
ciudad y la organización local: la
vocación ciudadana. Pudiéramos definir a las ciudades que han asumido la
cultura como herramienta de desarrollo a partir de distintas vertientes. Una
sería aquellas ciudades que están utilizando
la Agenda 21 de la Cultura en
sus políticas urbanas, iniciativa que marca una forma de hacer ciudad con
resultados a la vista. Otra vertiente sería la política de sus institutos de
cultura como el Instituto de Cultura de Barcelona (ICUB) que se ha consolidado
como un referente de un nuevo modelo de gestión que incorpora, a la producción de
servicios culturales, una nueva función: la de catalizar y liderar el conjunto amplio
de agentes que configuran el sector de la cultura. Es decir hacer del Instituto
de Cultura de Barcelona una organización relacional. En los últimos doce años, la
ciudad de Bogotá ha sido reconocida internacionalmente por sus transformaciones
tanto físicas como humanas. Se ha reforzado la dinámica cultural como parte
fundamental del desarrollo humano integral y la calidad de vida de sus
habitantes. “Bogotá ha encontrado en la cultura la mejor manera de construir
convivencia y el mejor antídoto contra la solución violenta de los conflictos. Esta
percepción de la cultura como eje estructurante de la vida social se expresa en
los logros alcanzados en lo que respecta al mayor acatamiento de las normas
básicas de convivencia, al mejoramiento de la seguridad y al orgullo que hoy
sienten numerosas personas por su ciudad”. Estos textos pertenecen al documento
Políticas Culturales Distritales (2004-2016) de la Alcaldía de Bogotá. Medellín,
Colombia decide dejar, en el período 2004 –2007, el manejo de la ciudad a un Movimiento Cívico Independiente
(Compromiso Ciudadano), integrado por académicos y líderes de organizaciones comunitarias. La
comunidad eligió la continuidad de este proyecto para 2008 –2011. En la década
de los 90 Medellín fue considerada como la ciudad “más violenta de América
Latina”, asociada a violencia, cárteles de la mafia y con los sicarios que
hacen pensar en una ciudad caótica, de alta peligrosidad y en estado permanente
de guerra. Sin embargo, en los últimos años esto ha cambiado y la situación
social y de orden público en las ciudades colombianas de Medellín y Bogotá, ha
mejorado considerablemente. A mediados
del año 2001, la Secretaría de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires puso en
marcha el Plan Estratégico de Cultura “Buenos
Aires Crea” con el objetivo de generar un ámbito de formulación de políticas
estables y definidas para el largo plazo en materia de cultura. La visión de la
ciudad deseada es la de un Buenos Aires que sea: “centro de creación,
producción y difusión de la vida cultural de Latinoamérica y del mundo de habla
hispana”. El plan estratégico de cultura de Montreal, titulado Montreal, metrópolis cultural, abarca un
periodo de diez años entre 2005 y 2015. Su punto de partida es una ciudad en la
que la cultura ya está presente, en gran medida, en la identidad, la historia,
la memoria y la cohesión social de sus habitantes; una ciudad en la que la
cultura ya se considera motor esencial de desarrollo y dinamismo económico; una
ciudad que apuesta por mantener y reforzar este modelo, y que abre su plan
estratégico de cultura afirmando que “la cultura está en el centro del porvenir
de Montreal”.
El
Centro Iberoamericano de Desarrollo Estratégico Urbano comenta que la cultura puede
influir en diferentes aspectos del desarrollo local: reforzando la identidad y
la cohesión social, contribuyendo a la integración de las minorías y los
desfavorecidos, mejorando la calidad de vida, generando empleo y contribuyendo
a posicionar la ciudad de cara al exterior. Pero los ayuntamientos tienen una
limitada capacidad de actuación en los diferentes ámbitos de la cultura. Por un
lado, su incidencia es menor en los sectores culturalmente más relevantes como
la industria cultural y mayor en los sectores menos rentables como las artes
tradicionales y los servicios socioculturales. El ámbito de intervención
cultural propiamente municipal es la difusión, pero se tienen que buscar
fórmulas para intervenir en las fases del proceso cultural más desatendidas: la
creación y la producción. La dimensión territorial de la cultura se explicita
también desde la dinámica económica asociada al término de distrito cultural.
Término bajo el cual se desarrollan proyectos urbanos en una zona de la ciudad
en la que los espacios dedicados al arte y la cultura constituyen el principal
atractivo. A últimas fechas en la ciudad de Tijuana, Baja California, hay
iniciativas para reactivar los pasajes de la antigua Av. Revolución con
proyectos culturales, iniciativas que apuntan precisamente a constituir un
distrito de las artes. El caso del barrio de Temple Bar en Dublín es uno de los paradigmas que han servido de
modelo en la creación del concepto de Distrito Cultural. Partiendo de fondos
estructurales se ha convertido en todo un clásico de referencia de
revitalización de centros urbanos y creación de empleo en el sector cultural.
Otros ejemplos significativos son el Cultural
Industries Quarter de Sheffield, San
Telmo enBuenos Aires o el Raval
en Barcelona. “Desde el campo de la
cultura, afirmamos la imperiosa necesidad de elevar de manera sustantiva la
contribución de las políticas culturales a la generación de condiciones de
mayor integración social”. Declaración de
la VII Conferencia Iberoamericana de Cultura (Cochabamba, Bolivia, octubre
2003).
Armando
García Orso
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