viernes, 10 de septiembre de 2010

El paisaje como realidad

La vista humana es individualmente deliberada y está culturalmente condicionada. El amante ve sólo el encanto del/de la amado/-a, los habitantes de las ciudades de latitudes templadas no ven la amplia variedad de superficies nevadas que componen los paisajes polares habitados por los esquimales /Denis Cosgrove


Cuando realicé mi tesis de arquitectura, en un primer acercamiento al problema, tracé las condiciones geográficas, niveles de terreno, trazo vial, condiciones climáticas, antecedentes históricos-urbanos de la zona para partir de aquí al proyecto. Sin embargo al entrevistar a los habitantes de la zona, llamada Unidad Miravalle, me di cuenta que la percepción de los mismos era distinta a la mía. Comenzaron por describirme sus rutas peatonales en el terreno, las relaciones sociales en el área, puntos de encuentro para socializar, zonas negativas, costumbres y hábitos que conformaban el entorno. Cuando comenté esto a uno de mis asesores, éste me recomendó unos libros de psicología ambiental, ciencia que en ese momento no era muy conocida y este encuentro con la psicología ambiental me obligó a replantear desde sus cimientos el proyecto. Si yo hubiera tomado unas fotografías del paisaje mencionado serían completamente distintas a las que hubiera tomado uno de sus habitantes, porque la percepción de paisaje es distinta. Lo mismo sucedería si un artista buscase un ángulo de este paisaje para su obra, también sería distinto basado en su necesidad de expresión. Sin embargo hay un conjunto de elementos comunes a todos, elementos que conforman el espacio del paisaje. Estos elementos tienen vinculaciones físicas y psicológicas con la mente humana. Las hipótesis de Proshansnsky, Ittelson y Rivlin, base de mi tesis, hablan de cómo la conducta humana en relación a un medio físico es duradera y consistente respecto al tiempo y a la situación lo que nos hace posible identificar pautas características de conducta que corresponden a ese medio, la misma relación revela diversidad con respecto al espacio en cualquier momento. En el mismo espacio puede haber distintas conductas, lo que nos hace claramente percibir una influencia recíproca espacio-usuario. En un artículo anterior mencioné el Valle de Guadalupe, en Baja California, donde la relación simbólica-cultural es más que evidente, donde el sujeto es indisociable del paisaje, uno depende del otro. Los procesos históricos donde las migraciones a la zona son muy importantes, los misioneros y su influencia religioso-social, los inversionistas en la industria vinícola, los enólogos con visión más a futuro y global y el turismo cultural a la zona conforman el paisaje actual, paisaje que no existiría sin esta simbiosis sujeto-paisaje. Hace unas semanas inauguramos la exposición Cicatrices de la fe: Misiones del norte de la Nueva España 1600-1821, donde es clara la importancia de la aportación de los misioneros en la cartografía pero sólo se entiende a partir de la visión de los indígenas, habitantes de la zona, y su relación con los religiosos y viceversa. Donde también podemos apreciar la percepción del paisaje por los artistas europeos, los artistas mexicanos, particularmente de la ciudad de México, en el centro de la república, y los artistas indígenas. Robert Campin, en La Natividad de Dijion, nos presenta la escena religiosa ubicada en un paisaje que típico del norte de Europa. ¿Por qué elige Campin esa precisa parcela de terreno? Si descartamos posibilidades circunstanciales y personales del autor, muy probablemente se deba a que éste terreno respondía a un paisaje con el cual el espectador de la obra se identificase, ya que es un paisaje del norte de Europa, y que además le sería placentero. La definición dada por González Bernáldez aporta otro punto de vista, ya que diferencia dos concepciones modernas para el paisaje: una, como la imagen percibida de un territorio, y otra, como un conjunto de elementos relacionados entre sí, fácilmente delimitables y visibles. Con esta definición podemos marcar dos partes básicas dentro del paisaje: la figura del observador, que elige ese paisaje, ya sea como un artista para representarlo o como un espectador directo y el paisaje como un conjunto de elementos. El paisaje como una realidad objetiva sería un medio geográfico que se hace paisaje cuando alguien lo percibe. El medio geográfico habla de vegetación, relieves topográficos, aspectos hidrológicos y climáticos. En la percepción del paisaje no se puede negar su estrecha relación con las actitudes, valores y la incidencia de los individuos en el espacio y en el tiempo. Paisaje igual a medio más sujeto.

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