viernes, 10 de septiembre de 2010

HABITAR LO INASIBLE

La auténtica penuria del habitar reside en el hecho de que los mortales primero tienen que volver a buscar la esencia del habitar; de que tienen que aprender primero a habitar. Pero, ¿de qué otro modo pueden los mortales corresponder a esta exhortación si no es intentando por su parte, desde ellos mismos, llevar el hábitat a la plenitud de su esencia? Llevarán a cabo esto cuando construyan desde el habitar y piensen para el habitar. Martin Heidegger



En el artículo, de el diario español El País, titulado El arte de habitar, se habla sobre el matrimonio formado por los arquitectos ingleses Alison (1928-1993) y Peter Smithson (1923-2003) que constituyeron, a principios de los años cincuenta, junto con el pintor Richard Hamilton, el escultor Eduardo Paolozzi y el fotógrafo Nigel Henderson, el núcleo central del Independent Group, que se reunía a discutir cada dos miércoles en el Instituto de Arte Contemporáneo de Londres. De aquellas deliberaciones sobre alta y baja cultura surgió el pop art. La labor teórica de los Smithson condujo a un cambio radical de los presupuestos arquitectónicos de la modernidad, tras la II Guerra Mundial por las ideas de Le Corbusier. Pero, frente a las teorías del maestro suizo-francés, que consideraba la vivienda como una "máquina para habitar", los Smithson llamaron la atención sobre el valor del lugar, las cualidades del entorno y las necesidades cotidianas, lo que se tradujo en el diseño de unas viviendas que se apartaban de las estructuras funcionalistas para adoptar formas curvas o quebradas y ángulos inciertos, construidas con materiales novedosos y colores saturados. Estas necesidades y cualidades del entorno lo define muy bien Heidegger cuando dice que “El construir, tiene al habitar, como meta. Sin embargo, no todas las construcciones son moradas. Pero las construcciones, como puentes, muros y autopistas, están en la región de nuestro habitar”. Tuve la fortuna de tener como maestro de teoría de la arquitectura al arquitecto Ignacio Díaz Morales, pensador profundo y metódico, apasionado por los cuestionamientos teóricos, fundador de la escuela de arquitectura de la Universidad de Guadalajara, a donde trajo de la Universidad de Stuttgart al arquitecto Horst Hartung, maestro de historia de la arquitectura, de Florencia invitó a Bruno Cadore, quien impartía el taller de composición, y a Carlo Kovacevich, quien impartía Historia del Arte, de Milán invitó a Silvio Alberti (trabajaba en el laboratorio de Luigi Nervi), de la Technische Hochschulle de Viena vino Eric Coufal, maestro de modelado y dibujo, y de Madrid se invitó a un matemático, Manuel Herrero Morales. Introdujo dentro de esta escuela de arquitectura materias como “educación visual”, con la cual hizo una revolución en cuanto a expresión artística dentro de la misma ya que permitió a los alumnos desarrollar su capacidad creadora para crear algo estético. Esta materia fue un elemento clave para el desarrollo de la escuela de Arquitectura y la diferenció de las otras escuelas de arquitectura del país. Invitó a Mathias Goeritz a impartir esta materia, desde entonces Mathias marcará de raíz ciertos valores preponderantes de lo que conocemos hoy como el arte moderno mexicano. Al regresar de un viaje que podría considerarse de estudios, Luis Barragán le obsequia a Díaz Morales dos libros de Ferdinand Bac: Les Colombières y Jardins Encantes. Estos libros habrían de jugar un papel importante en su forma de concebir la arquitectura y conformar el estilo regionalista, manejado por la tríada Barragán, Díaz-Morales y Urzúa. Amigo de Jesús Reyes Ferreira, artista del color, del arquitecto José Villagrán García, importante arquitecto, introductor del estilo internacional en México, quien propone una teoría de la arquitectura y la inculca en un gran número de arquitectos que fueron sus alumnos en la Universidad Nacional Autónoma de México. Su definición de arquitectura es contundente y motivo de polémica: la obra de arte que consiste en el espacio expresivo delimitado por elementos constructivos para compeler al acto humano perfecto. Para él acto humano perfecto era el habitar. En el blog Fundamentos del Habitar se comenta que César Vallejo decía que “una casa viene al mundo cuando se habita”. En efecto, hay que distinguir entre el sustantivo y el verbo. El hábitat es el lugar donde se desarrolla la acción de habitar. Lo importante es el habitar, que no es sólo una cuestión que afecta al espacio físico construido. Las políticas comunitarias en los barrios deben configurar una estrategia de procesos sociales que permitan abordar la intervención con una perspectiva de integración o interdependencia de las acciones y su sostenibilidad, generando procesos de cambio con efectos duraderos sobre las condiciones de vida. La complejidad y el alto costo económico de este tipo de operaciones obliga a la incorporación del mayor número posible de recursos, entendiendo éstos como medios para la acción y no sólo como medios económicos. Como tales habría que entender la capacidad de trabajo de los residentes, las habilidades e iniciativas de los vecinos, las acciones proyectadas o la ejecución por todo tipo de agentes, el patrimonio edificable disponible, etc. El Arq. Mario Andrés Ojeda Casanova dice que -por esto, los desarrollos autogenerados, han estado más cerca a las demandas y requerimientos habitacionales de los grupos quienes los producen, ya que ellos mismos han hecho a su medida, según sus capacidades y necesidades, en el cual dentro de su proceso de consolidación, estos asentamientos, presentan mejores condiciones de habitabilidad, sustentabilidad y debido a su paulatino proceso de construcción, genera cohesiones sociales características, diferentes a las presentadas en la ciudad formal y crean pertenencia con el territorio, con la relación con el lugar. La frase de hábitat para la Humanidad engloba todo lo dicho: No esperaré a que otro cambie el mundo. Yo tengo el poder de cambiarlo hoy.

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