domingo, 16 de mayo de 2010

De pensamiento, palabra, obra y omisión. El espacio urbano en desequilibrio




Cuando hablamos del espacio urbano encontramos contrastes significativos detrás de los cuales hay una historia de ausencias, olvidos, descuidos e ignorancia. ¿Cuándo hemos escuchado referirse al color en la planeación de nuestra ciudad? La arquitectura y el urbanismo son sistemas de significados en los que la luz aporta mucho, siendo imposible separar la función de la forma, el material de su color. Armando Silva realiza una caracterización de los imaginarios urbanos de algunas ciudades latinoamericanas a partir de la policromía. “Las sensaciones llegan a constituirse en alta valoración emblemática, como lo podemos ver de sus escalas cromáticas: seis ciudades son grises, Bogotá, Ciudad de México, La Paz, Lima,
Santiago de Chile y San Pablo; mientras cuatro son azules, Barcelona, Montevideo, Quito y Ciudad de Panamá, y dos verdes, Buenos Aires y Caracas. Si uno fuese por esta vía cromática y sensorial llegaría a una conclusión desconcertante: América Latina es gris”, el uso del color ha estado vinculado a las formas de lectura de los símbolos sociales, culturales, políticos y económicos, claramente marcados por la sociedad. Un amigo cubano, radicado en San Diego CA, me comentaba que lo que más extrañaba de la isla era el color y sólo lo había encontrado en Florida. Otro amigo contaba de su depresión viviendo en el norte de Canadá por los largos meses blancos de nieve. En Tijuana se ha propuesto la inclusión del color a través del sembrado de geranios que se encuentran en gran parte de la ciudad y no requieren de gran mantenimiento, por otro lado se incentiva al sembrado de buganvilias, de gran colorido. Y podemos escuchar historias del cambio de ánimo al incluir color en nuestros espacios. Esto nos remite a la percepción visual del espacio urbano, al recorrer la ciudad, el hombre se ve afectado por el aspecto del espacio y las cosas que le rodean. Si los elementos arquitectónicos y urbanos significativos se presentan desarticulados inciden negativamente sobre la percepción del orden y la unidad de la estructura formal de la ciudad, lo que dificulta la formación de imágenes claras y legibles. Hemos insistido, por ejemplo, en el resultado positivo que puede tener el centro de la ciudad con tan sólo eliminar y regular los anuncios instalados en las fachadas de los edificios. La relación existente entre la percepción visual y la ciudad se debe a que los objetos observados en la misma no son otra cosa que la fuente estimulante de observación. La variedad de sensaciones que se presentan al observarlos se puede organizar en grupos. Así, se puede asumir que los elementos arquitectónicos y urbanos son objetos o entidades que pueden segregarse, agruparse y organizarse de acuerdo a las cualidades que presentan al ser percibidos, asegurando su identidad y estructura formal. El arte urbano interviene en el espacio como un elemento de cohesión y da sentido a los distintos componentes. La artista brasileña Renata Lucas interviene el espacio con materiales “suaves” propios de una casa jugando con referencias visuales del espacio privado y del espacio público, para dar a los lugares cotidianos, una segunda dimensión en la que las fronteras entre dentro y fuera, hogar y calle se diluyen. Michael Cataldi va más allá y utiliza los defectos para transformarlos en un toque de atención, como rellenar con flores un bache en la banqueta y de esta manera aquello que nuestra percepción consciente ya no capta pero sigue afectando nuestros sentidos vuelve a nuestra zona de alerta. Las regulaciones urbanas deberían contemplar factores de orden cualitativo dentro de sus normativas. Pocas veces se intenta en la actualidad diseñar una forma de esta naturaleza. El problema en su totalidad es descuidado o queda relegado a la aplicación ocasional de variables urbanas, previstas en los reglamentos municipales de zonificación de la ciudad o de variables de planificación territorial, las cuales han demostrado ser indiferentes a las cualidades de cohesión perceptual de la imagen. Las variables urbanas, en la actualidad, lejos de ofrecer alguna garantía para intervenir sobre la imagen visual en las zonas centrales de la ciudad, establecen índices cuantitativos de ocupación, densidad, alturas, retiros, entre otros, que como se mencionó, no ofrecen garantía alguna sobre la cohesión perceptual de la imagen urbana. El desarrollo del pensamiento y la educación visual deberá tener tanta importancia como lo observado. Si el arte y los espectadores se desarrollan al mismo tiempo, nuestras ciudades constituirán el punto de partida para la satisfacción de las experiencias vivenciales de sus habitantes. ¿De qué pecan nuestros planificadores y reguladores del espacio público? ¿De pensamiento, palabra, obra u omisión?

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