sábado, 29 de mayo de 2010

La felicidad


La felicidad no es un ideal de la razón, sino de la imaginación.
Inmanuel Kant

No trato de abordar un tema tan complejo como la felicidad, más que nada es hacer una reflexión de nuestro entorno como un elemento influyente en la felicidad ¿Qué tiene qué ver la ciudad, la arquitectura y el arte con la felicidad? Definir el concepto de felicidad es tarea ardua. Seguramente sea una de las definiciones más controvertidas y complicadas. El ser humano ha tendido siempre a perseguir la felicidad como una meta o un fin, como un estado de bienestar ideal y permanente al que llegar, sin embargo, parece ser que la felicidad se compone de pequeños momentos, de detalles vividos en el día a día, y quizá su principal característica sea la capacidad de aparecer y desaparecer de forma constante a lo largo de nuestras vidas. Sin embargo sí podemos acercarnos a definir una ciudad “feliz” que está asociada a un espacio de convivencia armónica, donde los ciudadanos conviven de forma segura y se comunican entre ellos de manera igualitaria, sin distinciones. Una ciudad “feliz” reúne espacios habitables, amables, lugares para la convivencia, para el trabajo, para el ocio, para la cultura, para el arte, espacios planificados, interrelacionados entre sí y hacia el exterior. La ciudad “feliz” tiene ciudadanos felices. La revista Forbes hace un análisis de las ciudades más felices del mundo y la lista la encabeza la ciudad de Río de Janeiro en Brasil, también aparece Madrid, España y Buenos Aires, Argentina. De esta investigación se dice que está basada más en la percepción que en la realidad pero como lo anotaba en otro artículo, la ciudad es lo que cada uno piensa de ella y los gobiernos deben estar atentos precisamente a este espacio entre la realidad y la percepción. El consultor de Forbes Simon Anholt, quien realizó las encuestas, comenta que más que las poblaciones encuestadas sean felices es un reflejo de lo que imaginan sus habitantes acerca de ser feliz en sus ciudades. El historiador francés Fernand Braudel escribió que “la felicidad, ya sea en la vida pública o privada, deja muy poco rastro en la historia, pero la percepción de la felicidad deja una profunda huella que impacta incluso en el turismo, la economía y el nivel de bienestar”. Y esto es muy importante en el equilibrio armónico de una ciudad, tenemos ejemplos actuales de ciudades de nuestro país que sufren las consecuencias de una pérdida de esta percepción que abre las puertas a una realidad difícil de controlar. Nuestra ciudad está en un punto medio entre lo que queremos que sea y lo que es, entonces se hace indispensable abrir nuevos espacios de reflexión, de debate, de crítica, incentivar el arte y la cultura, ganar los ciudadanos los espacios públicos, todos, sin excepción. No se trata de hacer ciudades “bonitas”, Patricia Shultz, autora del libro 1000 lugares que conocer antes de morir habla de que quien ha tenido la suerte de conocer el pequeño poblado de Bhutan en el Himalaya puede pensar que no hay otro lugar más feliz en la tierra. En esta pequeña villa siguen la filosofía de la Felicidad Nacional Total, y se puede observar en los rostros de sus pobladores, sonriendo desde el corazón. Muy pocos de nosotros disfrutamos plenamente de algo. Es muy pequeño el júbilo que nos despierta la visión de una puesta de sol, o ver una persona atractiva, o a un pájaro en el vuelo, o un árbol hermoso, o una bella danza. No disfrutamos verdaderamente de nada. Miramos algo, ello nos entretiene o nos excita, tenemos una sensación que llamamos gozo. Pero el disfrute pleno de algo es mucho más profundo, y esto debe ser investigado y comprendido. La felicidad no consiste en que alguien o algo externo a nosotros nos haga felices, ello se logra en la libertad de nosotros mismos y en la libertad de una ciudad libre. Un momento feliz, una experiencia óptima, es algo que hacemos que nos suceda. Los auténticos instantes de gozo, ricos en serenidad y paz interior, no se deben normalmente a acontecimientos externos. La vida es larga, compleja y diversa y en ella caben momentos de fastidio, malhumor, preocupación, dolor, amor, alegría, placer, gozo... una lista interminable de sensaciones, sentimientos y emociones. Olvidémonos de la felicidad como abstracto y concretémosla en su instante. Ahora bien, conseguir saborearla depende, como veíamos anteriormente, de nuestra actitud ante la vida…cuidarnos, valorarnos y apasionarnos con la aventura de vivir.

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