sábado, 29 de mayo de 2010

El despertar de la cultura

No hay nada más poderoso que una idea a la que le ha llegado su momento. Víctor Hugo

El escritor Borja Vilaseca, en la última edición de E l País anota que “Todo lo que ha sucedido a lo largo de 2009 no ha sido bueno ni malo. Simplemente ha sido necesario. Al tomar un poco de perspectiva, concluimos que las crisis no son más que puntos de inflexión en nuestra larga historia de transformaciones sociales y económicas. En realidad, son el puente entre lo que somos y lo que estamos destinados a ser.” Y al voltear la vista atrás nos damos cuenta que sólo aquello donde la dimensión cultural permeaba todas las acciones, sólo ello encontró un buen puerto. Donde la crisis fue un momento de reflexión y no necesariamente un freno a los proyectos, todo lo contrario, un avance consistente hacia la meta. Y podemos verlo en proyectos económicos, sociales, políticos, planes de seguridad, transporte y educativos donde la cultura hizo la diferencia. Los principales museos del mundo reencuentran sus principios y modifican su lectura donde el espectador se vuelve activo participante. Se habla de la economía consciente, cuyo objetivo es que el sistema, las empresas y los seres humanos cooperen para crear un bienestar social y económico verdaderamente eficiente y sostenible. Y yo hablaría de un urbanismo consciente que promueva la responsabilidad social tanto del gobierno, las empresas y los ciudadanos y todo comienza con el cambio de mentalidad de los seres humanos. ¿Por qué una ciudad recibe en 2009 un premio internacional por implementar medidas que benefician a sus ciudadanos a través de un urbanismo responsable y nuestra ciudad no puede reconvertir toneladas de concreto en un proyecto eficiente?. ¿Por qué muchas instituciones culturales en el país bajan los brazos, medio cierran sus puertas y terminan con un subejercicio y otras generan nuevos proyectos y optimizan sus métodos de trabajo? Ciertamente la dimensión cultural tiene que ver con esto. ¿ Por qué unas ciudades se quejan de la inmigración y otras consideran “ la suerte de tenerla” con una conciencia de ciudad global respetuosa de la diversidad. Nuestro mundo es étnica y culturalmente diverso y las ciudades concentran y expresan dicha diversidad. Frente a la homogeneidad afirmada e impuesta por el Estado a lo largo de la historia, la mayoría de las sociedades civiles se han constituido históricamente a partir de una multiplicidad de etnias y culturas que han resistido generalmente las presiones burocráticas hacia la normalización cultural y la limpieza étnica. La gestión de las tensiones y la construcción de la convivencia en el respeto de la diferencia son algunos de los retos más importantes que han tenido y tienen todas las sociedades. Y la expresión concentrada de esa diversidad cultural, de las tensiones consiguientes y de la riqueza de posibilidades que también encierra la diversidad se da preferentemente en las ciudades, receptáculo y crisol de culturas, que se combinan en la construcción de un proyecto ciudadano común. La ciudad no es sólo un fenómeno urbanístico; está constituida por las sinergias que se producen entre las instituciones y los espacios culturales, que nos brindan la posibilidad de aprender en la ciudad; entre la producción de mensajes y significados y que nos permiten, al propio tiempo, aprender de la ciudad y, también, de su pasado y su presente, muchas veces desconocido. El mismo autor que nombré al principio dice “que sólo al asumir que somos co-creadores del mundo que habitamos podemos decidir cambiarlo, cambiándonos primeramente a nosotros mismos. Y lo queramos ver o no, es una decisión que tomamos cada día”.

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