sábado, 29 de mayo de 2010

Tan cerca del diablo, tan lejos de dios.



“Nuestros más bellos edificios deberán estar en nuestras áreas más pobres.” Sergio Fajardo, ex-alcalde de Medellín

En el pasado encuentro Urban Age Estambul 2009, del que hablamos en un artículo pasado, se presentó la ponencia: “Ciudades Metropolitanas en el periodo post-recesión” por Bruce Katz, donde se comentó que la nueva economía de los Estados Unidos estará centrada en tres aspectos fundamentales: la innovación, las exportaciones y la reducción en el consumo de petróleo. Esta reconstrucción de la economía deberá estar orientada hacia las exportaciones y no hacia el consumo como se ha venido desarrollando hasta el momento. Los nuevos objetivos de la economía de Estados Unidos se enfocarán específicamente en la Innovación, el Capital Humano, la Calidad Espacial y las Infraestructuras. El cambio de rumbo impactará directamente el espacio urbano al reconocer a las áreas metropolitanas como un motor de desarrollo para la nueva economía. El desafío para las áreas metropolitanas está entonces en logra conjugar tres grandes temas, primero lograr desarrollar centros de innovación energética, segundo impulsar una iniciativa hacia la consolidación de comunidades sustentables y por último, potenciar la iniciativa de elección de barrios la cual busca transformar los barrios de Estados Unidos concentrando el financiamiento en la escala local. Sabemos que la política urbana de los Estados Unidos, enfocada en los suburbios, no dio el resultado esperado y sin embargo varios países latinoamericanos y algunos europeos comenzaron a seguir el ejemplo cuyas consecuencias adversas aún están por verse. Siempre buscando soluciones urbanas en países cuyas economías son muy distintas a la nuestra nos encontramos dirigiendo políticas equivocadas y ahora podemos observar a las grandes economías buscando vías alternas en ejemplos de países en desarrollo, en países con economías semejantes a la nuestra como Medellín, Colombia. Esta ciudad colombiana estigmatizada por el narcotráfico y violencia y a la que he analizado en varias ocasiones, ganó en octubre de este año el premio Curry Stone Design Prize 2009, premio nacido en Inglaterra y otorgado por la Universidad de Harvard y administrado por Architecture for Humanity que se da a individuos o grupos por el desarrollo e implementación de proyectos visionarios de diseño innovador. Los proyectos ganadores involucran a la sociedad en el cambio, dan poder a los ciudadanos y activan la revitalización colectiva. Medellín creó un movimiento cuyos principios fueron comunicados y publicitados a la comunidad. Estos principios son declaraciones de intereses y conceptos que se buscaban materializar a través del plan de revitalización. Los principales objetivos del plan fueron disminuir la desigualdad y la violencia de la ciudad a través de intervenciones sociales y oportunidades para desarrollarse. Estas oportunidades se materializaron en infraestructura de transporte, centros de cultura y educación, y buena arquitectura. Al ser la periferia pobre y de autoconstrucción, la infraestructura existente es mínima, por lo que en aspectos tan importantes como de transporte, estos sectores estaban totalmente desconectados. El plan toma este punto como uno de los más relevantes para la integración social y la calidad de vida de la ciudad. Como para hacer calles y avenidas se hubiesen tenido que demoler muchas casas y las pendientes complicaban más aún la situación, los colombianos integraron al sistema de transportes un anecdótico transporte un teleférico. Este nuevo artefacto urbano conecta el plano de la ciudad con los cerros, sin generar tráfico, contaminación ni problemas de expropiaciones, y ha funcionado tan bien que ya en otros países se está implementando este servicio de transporte. El plan que se desarrolló en Medellín contempla realizar todos estos proyectos en “buena y bonita arquitectura y urbanismo”, para así llevar lo más bello a los barrios más pobres de la ciudad, entregándoles a los menos beneficiados un producto de la mejor calidad, inspirándoles así a tener respeto y confianza en el sistema y sociedad, anteriormente desgastado y denigrado. Cuando se habla de la “apropiación ciudadana de los cambios en marcha”. Se trata de un discurso político que debe vincular la situación personal con lo colectivo, lo nacional y lo planetario en un sentido democrático, es decir, afirmando que el destino se puede decidir colectivamente. No se debe asociar este “discurso político” a un “discurso de partido político”, o de “campaña”. Hoy se requieren nuevos proyectos y nuevas mayorías. El mejor ejemplo es el del paradigma de la sustentabilidad. Fuera de exageraciones, se trata de ideales que efectivamente mueven a las personas a adoptar comportamientos en la vida diaria, en los comportamientos de consumo, e incluso en sus preferencias políticas. ¿Qué tan cerca estamos de iniciar estos cambios? ¿Qué tan lejos estamos de lograr resultados?

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