sábado, 29 de mayo de 2010

La mejor ciudad habla en susurros.


Dijeron por lo tanto y luego entonces
Dijeron si y sólo si
Pero yo dije no
y regresé hasta el lecho donde Ella me esperaba
enjoyada y desnuda/Efraín Bartolomé

Luis Fernández –Galiano nos dice que necesitamos ciudades más densas y compactas, pero no más altas; al igual que necesitamos arquitecturas más útiles, pero no más triviales. Y para combatir la fascinación contemporánea por la insostenible suburbanización y el insufrible espectáculo, debemos explicar que la casa unifamiliar y el vehículo particular han de ser domesticados, porque la ciudad jardín es la menos verde de todas; y también que la belleza no reside necesariamente en la provocación estética o la extravagancia formal de la arquitectura que grita: la mejor ciudad habla en susurros. Por otro lado, Jaime Lerner, arquitecto brasileño, dice que "La ciudad no es el problema, la ciudad es la solución". Y explica Lerner, “Creo que se puede cambiar una ciudad a mejor en poco tiempo”. Poner un museo en una zona degradada, ajardinar una plaza, hacer peatonal una calle o construir un teatro en un viejo edificio son algunos de los ejemplos que utiliza. Y asegura que hay que hacer las cosas rápido. "Hicimos una calle peatonal en 72 horas. Antes había habido oposición al proyecto pero una vez lo probaron estaban todos encantados", afirma. "Una vez superada la discusión previa, la ejecución tiene que ser rápida para sortear la propia burocracia administrativa, la utilización política y también nuestra propia inseguridad. A veces tenemos buenas ideas, pero con el tiempo empiezan las dudas y nos olvidamos que es un proceso que se puede corregir siempre. Es como un compromiso con la imperfección, no se pueden tener todas las respuestas antes porque entonces limitamos la creatividad. Y hacerlo rápido no quiere decir hacerlas mal. Pero la gente que busca siempre el consenso acaba perdido en reuniones interminables que no arreglan nada". La Fundación Ciudad Humana de Bogotá, Colombia, promueve en la ciudadanía un cambio estructural en la mentalidad y la practica de lo urbano que es a mi juicio lo que realmente necesitamos, ciudadanos y gobierno. Hay una internauta que en su blog aclara que de profesión es Buscadora de Sueños, su ubicación: Las nubes y habla de su ciudad:
Bienvenido a la ciudad fantasma,
Donde ya no queda nada,
Bienvenido a la ciudad del horror,
Donde si llegas verás que no sale el sol...
Por supuesto que sus sueños han de ser pesadillas y su ciudad un caos, es cierto que la ciudad contemporánea con sus flujos y mutaciones descuida mucho a la identidad y cuando buscamos lugares donde está presente, llegamos a una escala donde cobra importancia el concepto de la vecindad. Es el espíritu del barrio lo que hace que la gente se siente arraigada. Parafraseando a Heidegger, otro internauta, comenta que formamos parte de los lugares porque los lugares forman parte de nosotros. Hay unos lazos muy importantes que nos hacen decir: “Soy de aquí”. En estos casos el tema de la identidad es evidente, pero hay lugares donde la gente se siente avergonzada de sus raíces como parece serlo a nuestra buscadora de sueños. Sin embargo no hay lugares malos, solamente los que necesitan ser reconocidos y por eso estimular el reconocimiento de los barrios es la cuestión que deberíamos tener en cuenta en el marco del reconocimiento de la ciudad. Un lugar por el mero hecho de ser habitado por una persona ya cobra un valor especial y pertenece a la arquitectura y al urbanismo la capacidad de poner en valor una identidad en peligro de extinción. Necesitamos una arquitectura que recicle el espíritu del barrio estimulando las relaciones entre los vecinos para vernos de otra manera.
Ver la ciudad con otros ojos, saber que está ahí esperando reposada, envuelta en polvo y escombro, inténtalo esta misma tarde que quizá hace frío: te encontrarás con gente, te encontrarás al mundo y tal vez… encuentres tus sueños.

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